En las suaves ondulaciones de Gloucestershire y sus condados vecinos, donde la piedra caliza dorada atrapa la luz como joyas dispersas, se encuentra la Zona de Extraordinaria Belleza Natural más célebre de Inglaterra. Los Cotswolds se despliegan a través de un tapiz de pueblos medievales, cada uno de ellos testimonio de siglos de tradición ininterrumpida y armonía arquitectónica que ha cautivado los corazones durante generaciones.
Aquí, el tiempo avanza al ritmo de las ovejas que serpentean por pastos esmeralda, donde los muros de piedra seca trazan antiguas fronteras y las agujas de las iglesias perforan cielos que parecen pintados por el mismísimo Turner. Se trata de un paisaje en el que el lujo no surge de la ostentación, sino de la profunda belleza de la permanencia, donde las cabañas con tejado de paja se acurrucan junto a las casas señoriales georgianas y donde cada prado del pueblo cuenta historias que abarcan un milenio.